Medea, que se representó en 431 a.C., es seguramente la obra maestra de Eurípides. Al igual que Margarita Xirgu escogió la Medea de Séneca, traducida por Unamuno, para representarla en el Teatro romano de Mérida en 1933 (que desde entonces acoge el Festival internacional de teatro clásico de Mérida); La Vidriera Teatro, escogió también «Medea» adaptación de Beatriz Cano para inaugurar teatralmente un enclave único en la provincia de Córdoba: Ituci Virtus Iulia, Yacimiento arqueológico de Torreparedones en Baena.

En su obra, Jasón, esposo de Medea y padre de sus hijos, se dispone a repudiarla y a casarse con la hija de Creonte, rey de Corinto. Medea, despechada y colérica, se vengará: simula haber sido convencida por Jasón y envía a sus hijos con ricos regalos para la novia al palacio de Creonte; pero estos regalos contienen un conjuro mortal que acaba con Creonte y su hija primero, y luego, para agravar la desgracia de Jasón, con los hijos de éste, los suyos propios.
Medea muestra hasta qué extremos aberrantes pueden llegar las pasiones desatadas: según Lesky, en ninguna otra creación del teatro griego se han presentado con tanta nitidez las fuerzas oscuras e irracionales que pueden brotar del corazón humano.

La versión de Beatriz Cano ha sido obra dramática galardonada con el Premio a la mejor Dramaturgia por la Universidad Complutense de Madrid 2.011, y llevada a escena en el Teatro La Abadía de Madrid.

Partiendo del texto dramático de Eurípides, propone una nueva versión del Mito a partir del desdoblamiento del personaje de Medea en tres Medeas (Medea Hechicera, Medea Enamorada y Medea Razón), constituyéndose la obra en un verdadero análisis psicológico de la mítica hechicera de la Cólquide, mostrando al espectador, de este modo, la verdadera lucha interna de la protagonista.

La Medea de Beatriz Cano no finaliza «victoriosa» sobre el carro alado de Helios y con los cadáveres de sus dos hijos. Este crimen supone un dominio de Medea Hechicera sobre las demás, poniendo fin a su relación con Jasón, lo que conlleva su propia autodestrucción.









